Otras formas historiográficas no se avizoran hasta que se publica el diario “El Chilote” en 1868. Desde entonces se desarrolla en Chiloé una preocupación sistemática por la escritura y los géneros literarios, expresada desde dentro. Este interés con afanes educativos es porque casi todos los escritores eran profesores y se remarcan a comienzos del siglo XX cuando desde Ancud se comienza a imprimir libros.
La historiografía y sus diferentes autores han realizado una vanguardista labor escritural, reflexiva y académica relacionada con Chiloé, en momentos donde este archipiélago no tenía ninguna importancia para los sectores intelectuales y académicos. Ellos iniciaron una cruzada que se reconoce en el presente y se valora por escoger la historia insular para desarrollar sus estudios.
La implementación de una débil institucionalidad en Chiloé, por lo tardío y marginal de los proyectos políticos nacionales desarrollados en este territorio, provocó que se evolucione políticamente en paralelo con la República de Chile, y con una cultura y ambiente localizado, en un aislamiento geográfico y material que lo caracterizó hasta nuestros días. Un proceso agudizado cuando Chiloé dejó de ser relevante para el Estado chileno, con la navegación a vapor y la apertura del Canal de Panamá que menguaron su importancia geoestratégica.
Como zona periférica, marginal y acentuando su pobreza por parte del Estado, hicieron que su comunidad tenga un fuerte desapego con la realidad nacional chilena y la creación de una conciencia histórica propia. Con el Tratado de Tantauco, en teoría sus habitantes no sólo transitaron de súbditos de la Corona a ciudadanos republicanos, sino que también se convirtieron en ciudadanos nacionales que debieron integrarse al desarrollo político del nuevo Estado. En los últimos años se han publicado destacadas obras relacionadas con el proceso de independencia e incorporación de Chiloé, podríamos decir un redescubrimiento de este período y con un nuevo enfoque, escritos vanguardistas, motivados por jóvenes historiadores.
En general, la historia de Chiloé se ha trabajado casi exclusivamente en el período de la conquista y colonia, pero el siglo XIX y XX es una veta que aún debe escribirse históricamente. Se debe abrir un nuevo espacio para la historia de Chiloé contextualizados en estos dos siglos, considerando sobre todo que Chiloé se insertaba en un contexto nacional y con los movimientos políticos y sociales del siglo pasado.
Falta historiar estos años, las fuentes están disponibles, y se podría entender cómo fue el proceso y desarrollo de pertenecer a una república en forma y sus grandes traumas y episodios que hicieron un giro en la coyuntura histórica insular. Durante el siglo XIX y XX son escasos los estudios específicos que se centran en la etapa republicana del archipiélago. Interesante es iniciar estudios de la primera ocasión que tuvieron los chilotes al entrar en contacto con la cultura de Chile central durante las campañas independentistas con los chilotes defensores del rey o en los campos de la región de Los Lagos cuando se reinició la repoblación de Osorno, cuando chilotes y campesinos de la zona central tuvieron ocasión de cotejarse en la cotidianeidad. Juicios y testimonios existen en la documentación de la Superintendencia y numerosas fuentes en el Archivo General de Indias, que permiten iniciar un estudio en estos aspectos, o las migraciones insulares al norte del país y a la Patagonia, o la actitud comunitaria durante la guerra del Pacífico y guerra con España, o lo que implicó la apertura del canal de Panamá, o el clientelismo político de esos años, o las grandes tragedias y el cómo se reacomodo la comunidad insular, por mencionar algunos aspectos. Entonces, es posible concluir que tenemos prácticamente dos siglos republicanos en Chiloé que requieren estudios de historia en diversas temáticas, y así entender los procesos y coyunturas de estos períodos. Tenemos entonces un nuevo nicho de trabajo histórico y la ocasión es propicia para indicarlo en este Congreso.
El proceso de incorporación de Chiloé a Chile todavía continúa, proceso iniciado hace 200 años, la comunidad percibe paulatinamente esta integración, y sin duda la historia del tiempo presente y del porvenir será la que entregue el juicio objetivo de este proceso, especialmente para esas generaciones que tendrán un sustento vital para sus análisis y reflexiones. Es imperativo tener una comprensión profunda de los contextos y las causas, y para esto no basta con sólo la memoria o testimonios locales, sino de la historia, con una interpretación lógica del pasado. El cumplimiento de los estándares requeridos en la disciplina histórica no garantiza obviamente el determinar una verdad única y final, no sólo porque todo conocimiento científico es conjetural, sino porque las interpretaciones históricas son planteamientos sujetos a nuevos descubrimientos, a nuevos enfoques, a nuevas preguntas, y por eso la discusión y el debate son indispensables para permitir la reinterpretación del pasado.
Hoy, considero que tenemos un muy buen comienzo con este Congreso de Historia Regional en Chiloé.
Por Dante Montiel